martes, 26 de julio de 2011

Alan, el grande | Diario16

La enorme figura de Alan García se ha convertido en una suerte de piñata irresistible para los golpes de la opinión pública a solo dos días de abandonar Palacio. La sociedad civil, tanto en las redes sociales como en el boca a boca de las calles, hastiada ya de una megalomanía tan sobrealimentada como él mismo, no se cansa de expresar su descontento respecto al estilo con el que nos ha gobernado. Conforme se acerca el 28 de Julio, la figura del presidente saliente que no se atreve a entregar en persona la banda presidencial, se debilita y se hace más vulnerable ante la inminente pérdida de poder y de presencia estelar en los medios. Y, como es bien sabido, cuando tarde o temprano la fragilidad alcanza a un altanero, salta el resorte que apretó precisamente su altanería. Un político, sin duda inteligente, cuyas principales armas de seducción electoral fueron su carisma y oratoria, termina encajando, por mérito propio, en el estereotipo de antipático, por no decir de patán. Alan, el grande | Diario16

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