Lo sucedido en
Bagua (Amazonas), el 5 de junio hace 4 años, quedará grabado como un día del
desencuentro en nuestro país, donde quedo demostrado que el diálogo de las
balas y las bombas lacrimógenas sólo aspiran a producir inútil sangre derramada
y luto normalmente para quienes no participan del poder.
Seguimos sin
entendernos entre las distintas sangres que conforman nuestra denostada Patria,
en un mundo globalizado que cada vez nos deja menos margen para aceptar que se
ningunee la diferencia y a los diferentes. Pero, la experiencia del poder, a
veces puede hacer “tropezar con la misma piedra”. Eso sucedió con el presidente
García, que pensó que imponer la “autoridad” podría ser más fácil en una zona
lejana de Lima metropolitana y el Callao.
Cómo se ve que
no hemos superado muchos de nuestros prejuicios. Seguro pasó desapercibido,
pero se volvió a reflejar en hechos como que varios de los cadáveres de los
indígenas Awajun caídos en la confrontación yacieran regados “a un lado de la
pista” (la marginal de la selva, donde ocurrió la principal “batalla”), hasta
horas de la noche (muchas horas después de ocurridos los hechos). Por más
“enemigos” del Gobierno o del Estado peruano que se les pudiera considerar,
estábamos frente a peruanos como todos.
Es un detalle
quizás insignificante pero que también nos habla de cómo nos relacionamos. Y
casualmente se dejó un número de tres cadáveres tirados para que algún incauto
periodista pudiera hacerla coincidir con la cifra oficial de muertos civiles
que inicialmente diera el gobierno.
Genera tremenda
indignación que problemas como consultar debidamente a las organizaciones de
comunidades de la selva sobre asuntos que les afectaban con relación al manejo
de sus recursos forestales, tierras, agua y otros no pudiera lograrse
“civilizadamente”. Y no porque no lo quisieron los “pueblos indígenas”, sino
porque se pensó que se les podía “mecer” desde el poder central y ganarles por
cansancio u olvido. Sin medir el grado de irritación que se fue generando en
las bases mismas de sus organizaciones, las mismas que no estaban dispuestas a
aceptar cualquier actitud o decisión del Presidente de la República o del
Congreso.
Buena manera de
apoyar a los mismos Awajun,(que en Bagua cayeron e hicieron caer a inocentes
policías que seguían sólo órdenes) porque como algún exPresidente diría hace
varios años, ellos son nuestras efectivas “fronteras vivas” y tenemos que
saberlo reconocer en todas sus consecuencias.
¿Quién está
defendiendo intereses extra nacionales?:
·
Los pueblos indígenas que han reclamado sus justos derechos, o
·
Aquellos que defienden como si fueran boy scout (“siempre listos”) los
intereses de las grandes empresas transnacionales.
No estamos
contra la inversión privada razonable pero tampoco nos pueden contar los
cuentos del “perro del hortelano”.
Estamos todos, como sociedad,
obligados a recapacitar. Nadie puede sentirse ajeno o irresponsable de lo
sucedido. Ojalá nos dé mejores pautas de convivencia y justicia. No olvidemos
que lo importante no es “¿Quién tuvo la culpa?”; “Castigo para los culpables”;
“Nada con los indios”. Necesitamos personas razonables y decisiones razonables,
para que algo así NUNCA MÁS VUELVA A SUCEDER.
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